domingo, 18 de agosto de 2013

¡¡Lo conseguí!!

Hace unos meses conseguí uno de mis sueños en la vida: irme de erasmus.
De pequeña, vi a mi hermano irse durante un curso entero a Francia, y pensaba en que ojalá yo tuviera la misma suerte que él, y pudiera salir de este rincón para descubrir alguna puesta de sol perdida en un sitio inesperado. Y cinco años después... ¡¡aquí estoy!! Tras mucho papeleo y mucha pesada burocracia, por fin estoy preparando las maletas para irme nueve meses de erasmus a Marsella, porque Francia es el primer lugar en el que querría vivir.
Sé que echaré de menos todo esto. Sé que a veces me matará la nostalgia y subirá por mi cuerpo una sensación de no querer estar donde estoy, una sensación que no podría describir, pero que si pudiera, sería algo así como "¿Qué diablos hago yo, aquí, lejos de ellos, lejos de ella, y con una ilusión que divagaba por mi mente hace días, y hoy parece haberse esfumado por completo?". Pero, como todos sabemos, ese dolor (que ni siquiera será dolor; que más bien será impotencia), desaparecerá cuando alce la vista y me dé cuenta de hasta dónde he llegado. Porque, seamos sinceros: los cambios, al principio, son muy difíciles. Pero esa es la magia: esa mezcla de emociones que hacen que la vida tenga sentido. Y, además, ya lo decía Amaral: en el cambio está la evolución. Y, aunque ahora mismo no sepa qué sentir (si ilusión o miedo), sé que todo irá bien, si yo lo decido. Y... ¿quién no es feliz al despertarse entre aires franceses escuchando ese acento que parece la melodía de una película de Disney? 





Allá voy, Marsella. 
Y voy cargada de sonrisas y de ganas de vivir...